Música: Optimistic Spirit y Amazing Strings in Motios por Carlos Estella Licencias obtenidas en Jamendo. Aprovechando que el próximo día 7 de octubre por la mañana daré una charla en el Centro Baeza sobre el sueño infantil, hoy voy a hablar sobre las pesadillas y terrores nocturnos. Estos dos términos, pesadilla y terror nocturno, pueden llevar a confusión, y a pesar de que los terrores nocturnos son menos habituales que las pesadillas, ambas causan bastante malestar, al menos son relativamente benignos. Es decir, no es especialmente preocupante que los niños los sufran. Pero ¿qué son las pesadillas y los terrores nocturnos y qué podemos hacer con ellos? Vamos a verlo. Las pesadillas son, básicamente, sueños en los que ocurren cosas que nos asustan o que, al menos, contienen algo que nos desagrada. Se ha visto además que nuestro cerebro percibe los sueños con la misma intensidad que se percibe la realidad, por lo que al estar dormido en una ensoñación, nuestro cerebro no sabe que está dormido. Los sueños, sean pesadillas o no, se producen durante una fase de sueño denominada REM, acrónimo en inglés de Rapid Eye Movement, o fase de movimientos oculares rápidos, llamado así porque los ojos se mueven, mientras que en las otras fases de sueño NoREM, los ojos no se mueven y son fases de sueño más profundo. Las fases de sueño REM son más habituales en la segunda mitad de la noche, por lo que las pesadillas también se dan cuando se ha dormido varías horas. Las pesadillas son muy comunes, se estima que cerca del 70% de los niños las tienen, sobretodo hacia la edad de 10 años. ¿Cómo afecta a los niños el tener pesadillas? Pues de forma muy parecida a como nos afecta a los adultos. Se observó que uno de los peores miedos de niños entre 7 y 9 años era precisamente el tener pesadillas durante la noche. Como una especie de miedo a pasar miedo, lo cual es bastante intuitivo porque el miedo es una emoción muy displacentera. También se ha observado en niños que aquellos que comentaban tener pesadillas frecuentes, tenían mayor riesgo de padecer insomnio y que además arrojaban peores resultados en tests de inteligencia, pero esto puede ser debido a un menor rendimiento durante el test por el cansancio, no porque fueran menos inteligentes. ¿Qué podemos hacer ante las pesadillas de nuestros hijos? Lo primero de todo es observar si las pesadillas, como sueños que son, y como reflejo de lo que están viviendo durante el día, están siendo provocadas por estrés, ansiedad, eventos traumáticos o incluso medicación que interfiera en el sueño REM. Además, podemos seguir estrategias que han demostrado ser eficaces, pero no eficaces porque a mí me ha servido, o porque a mí tía le funcionaba, sino que se ha visto evidencia científica en comparación con estrategias que no funcionaban, en un estudio serio. Por ejemplo, se puede reducir la ansiedad durante la noche utilizando técnicas de relajación y hablando sobre el contenido de los sueños y miedos con un psicoterapeuta. De esta forma se puede reescribir la pesadilla, o reimaginarla con un final feliz. Esta estrategia se ha revelado como una herramienta eficaz para reducir la intensidad y frecuencia de las pesadillas, además de reducir el malestar percibido durante una pesadilla. Estos estudios se han realizado con adultos y los estudios con niños son pocos y con muestras pequeñas pero parece un buen punto de partida ya que los resultados sugieren que esta estrategia es útil en niños. De hecho existe un libro llamado Uncle Lightfood, Flip that Switch: Overcoming fear of the dark, sobre el que se ha observado en un pequeño estudio con niños de 5 a 7 años, que tras un mes, en casi todos los niños hubo una reducción drástica en la intensidad de la ansiedad. Este libro está de camino al Centro Baeza y podremos ofrecer el servicio de ayuda en este área a las familias que lo necesiten. Ahora voy a hablar un poco sobre los terrores nocturnos. Los terrores nocturnos se producen en la primera mitad de la noche, al contrario que las pesadillas, ya que los terrores nocturnos ocurren durante la fase NoREM, durante el sueño profundo. Habitualmente una o dos horas después de que se duerman. Los niños están muy asustados, y puede parecer que están despiertos, el malestar es muy real, pero la sensación de que están despiertos es falsa. En realidad están profundamente dormidos. Esta fase de terror dura entre 5 y 10 minutos, y parece que están despiertos, pueden llorar, gritar, e incluso murmurar como si hablaran. Estarán agitados, con el corazón latiendo fuertemente y puede que sudorosos. No es raro que incluso que deambulen como sonámbulos. Además, como están dormidos, no se darán cuenta de que estamos ahí intentando consolarlos. Tras este episodio se calman y vuelven a dormir como si no hubiera ocurrido nada. Los niños rara vez recuerdan haber tenido un terror nocturno, y si lo hacen, suelen decir que han luchado con un monstruo o estaban escapando de algo que les asustaba. Mucho cuidado porque pueden herirse a sí mismos debido a su deambulacion o agitación. Así que si esto ocurre, debemos extremar la precaución y preparar la cama o la habitación para evitar golpes o incluso caídas. Y si, me refiero a, cuidado con las ventanas que no sería la primera vez que cae un niño sonámbulo de un segundo piso. Todo esto puede parecer raro, sobretodo si nunca se ha presenciado un evento así, pero es sorprendentemente común. Se da sobretodo en niños de unos 18 meses, y más de un tercio de todos los niños de esta edad han experimentado terrores nocturnos. Es un fenómeno que tiende a desaparecer con la edad, pero se ha observado a muchos niños de primaria que siguen con estos episodios, entre un 10 y un 20% de los niños entre 9 y 10 años experimentan terrores nocturnos. ¿Qué causa los terrores nocturnos? ¿Se puede hacer algo para evitarlos? Pues la causa no la sabemos, pero se ha visto que el sonambulismo y los terrores nocturnos están relacionados de alguna forma con el sueño profundo. Parece que el sueño profundo se descontrola de alguna manera. Además parece que es hereditario, si alguien en la familia lo ha sufrido, hay más probabilidades de que se repita. Y además se ha observado relación con exceso de cansancio, ansiedad, estrés, y apnea nocturna. Los terrores nocturnos en niños están relacionados también con la televisión. Niños que tienen televisión en sus cuartos tienen más probabilidades de sufrir tanto terrores como pesadillas. Esto puede ser debido a que los niños con tele en el cuarto tienden a dormir menos que otros niños. Ir falto de sueño puede disparar estos sucesos. Si sospechamos que nuestro hijo puede sufrir terrores nocturnos, hay que ir al pediatra. Como hemos visto, puede haber motivos médicos y hay que descartarlos. Debemos asegurarnos de que no estamos tratando con un caso de apnea del sueño, crisis epilépticas, ataques de pánico o estrés postraumático. La apnea del sueño puede dar miedo, pero se trata muy bien, y muchos casos en los que la apnea y los terrores están relacionados, al tratar una, se mejora el otro. Sufra o no vuestro hijo de apnea del sueño, hay más cosas que se pueden hacer. Mantener la calma y no frustrarse. Nosotros vemos que tienen los ojos abiertos durante una de estas crisis, y puede que incluso hablen, pero están dormidos y no son capaces de responder a vuestras preguntas o instrucciones. Aseguraos que vuestro hijo está durmiendo lo suficiente. La deprivación de sueño cambia la forma en la que el cerebro experimenta el sueño profundo, normalmente para mal. Identifica y trabaja las ansiedades de tu hijo. Si no puedes por ti mismo, solicita ayuda profesional. Evita el ejercicio en las ultimas horas del día. Como vengo diciendo nada de pantallas dos horas antes de dormir, luces tenues y cálidas y bajamos el ritmo de actividades para que nos vayamos preparando para dormir. Aseguraos de que el lugar donde duerme tu hijo sea lo más seguro posible para que en caso de deambular, no se golpee o pueda caer. Si tu hijo camina dormido, mantener la calma y llevarlo a la cama. Si los terrores nocturnos siguen un patrón predecible, noche tras noche a la misma hora, lo cual no es raro, se pueden programar despertares, es decir, una media hora antes de que se de un terror nocturno, se despierta al niño, se le lleva al aseo a hacer un pis, y se le devuelve a la cama. Se ha observado que tiene efecto beneficioso tanto en sonambulismo como en terrores nocturnos. Así que ya lo sabes: Los terrores nocturnos y las pesadillas son cosas diferentes. Las pesadillas son sueños desagradables que se dan en la segunda mitad de la noche mientras que los terrores nocturnos tienen que ver con el sueño profundo habitualmente en la primera mitad. Las pesadillas se pueden trabajar reinterpretando los sueños o cambiando sus finales, además de detectando y trabajando aquello que puede estar preocupando al niño. Y en cuanto a los terrores nocturnos, primero hay que descartar apnea del sueño o trastornos psicológicos, se pueden controlar protegiendo al niño durante los episodios, y además nos aseguraremos de que está durmiendo lo suficiente, y si fuera necesario programando despertares. Si aun así estos sucesos, que ya he comentado que son benignos, te preocupan o te desbordan, consulta con un especialista. — Por hoy lo vamos a dejar aquí, pero antes de irte, por favor, si el contenido te ha parecido interesante, dale a “me gusta” o, incluso mejor, comparte el episodio en tus redes sociales. A ti te cuesta muy poco y para mi significa mucho. Recuerda que puedes encontrar muchos más contenidos del podcast, en Spreaker, iTunes, Youtube o Vimeo, y que puedes contactar conmigo en Facebook, Twitter e Instagram si buscas @centrobaeza o en la web centrobaeza.es Yo soy Josevi Baeza Muchas gracias por dedicarme tu tiempo y hasta pronto, familia.
Música: Optimistic Spirit y Amazing Strings in Motios por Carlos Estella Licencias obtenidas en Jamendo. Aprovechando que el próximo día 7 de octubre por la mañana daré una charla en el Centro Baeza sobre el sueño infantil, hoy voy a hablar sobre las pesadillas y terrores nocturnos. Estos dos términos, pesadilla y terror nocturno, pueden llevar a confusión, y a pesar de que los terrores nocturnos son menos habituales que las pesadillas, ambas causan bastante malestar, al menos son relativamente benignos. Es decir, no es especialmente preocupante que los niños los sufran. Pero ¿qué son las pesadillas y los terrores nocturnos y qué podemos hacer con ellos? Vamos a verlo. Las pesadillas son, básicamente, sueños en los que ocurren cosas que nos asustan o que, al menos, contienen algo que nos desagrada. Se ha visto además que nuestro cerebro percibe los sueños con la misma intensidad que se percibe la realidad, por lo que al estar dormido en una ensoñación, nuestro cerebro no sabe que está dormido. Los sueños, sean pesadillas o no, se producen durante una fase de sueño denominada REM, acrónimo en inglés de Rapid Eye Movement, o fase de movimientos oculares rápidos, llamado así porque los ojos se mueven, mientras que en las otras fases de sueño NoREM, los ojos no se mueven y son fases de sueño más profundo. Las fases de sueño REM son más habituales en la segunda mitad de la noche, por lo que las pesadillas también se dan cuando se ha dormido varías horas. Las pesadillas son muy comunes, se estima que cerca del 70% de los niños las tienen, sobretodo hacia la edad de 10 años. ¿Cómo afecta a los niños el tener pesadillas? Pues de forma muy parecida a como nos afecta a los adultos. Se observó que uno de los peores miedos de niños entre 7 y 9 años era precisamente el tener pesadillas durante la noche. Como una especie de miedo a pasar miedo, lo cual es bastante intuitivo porque el miedo es una emoción muy displacentera. También se ha observado en niños que aquellos que comentaban tener pesadillas frecuentes, tenían mayor riesgo de padecer insomnio y que además arrojaban peores resultados en tests de inteligencia, pero esto puede ser debido a un menor rendimiento durante el test por el cansancio, no porque fueran menos inteligentes. ¿Qué podemos hacer ante las pesadillas de nuestros hijos? Lo primero de todo es observar si las pesadillas, como sueños que son, y como reflejo de lo que están viviendo durante el día, están siendo provocadas por estrés, ansiedad, eventos traumáticos o incluso medicación que interfiera en el sueño REM. Además, podemos seguir estrategias que han demostrado ser eficaces, pero no eficaces porque a mí me ha servido, o porque a mí tía le funcionaba, sino que se ha visto evidencia científica en comparación con estrategias que no funcionaban, en un estudio serio. Por ejemplo, se puede reducir la ansiedad durante la noche utilizando técnicas de relajación y hablando sobre el contenido de los sueños y miedos con un psicoterapeuta. De esta forma se puede reescribir la pesadilla, o reimaginarla con un final feliz. Esta estrategia se ha revelado como una herramienta eficaz para reducir la intensidad y frecuencia de las pesadillas, además de reducir el malestar percibido durante una pesadilla. Estos estudios se han realizado con adultos y los estudios con niños son pocos y con muestras pequeñas pero parece un buen punto de partida ya que los resultados sugieren que esta estrategia es útil en niños. De hecho existe un libro llamado Uncle Lightfood, Flip that Switch: Overcoming fear of the dark, sobre el que se ha observado en un pequeño estudio con niños de 5 a 7 años, que tras un mes, en casi todos los niños hubo una reducción drástica en la intensidad de la ansiedad. Este libro está de camino al Centro Baeza y podremos ofrecer el servicio de ayuda en este área a las familias que lo necesiten. Ahora voy a hablar un poco sobre los terrores nocturnos. Los terrores nocturnos se producen en la primera...