Disculpen ustedes la exclamaci贸n pero, como habr谩n imaginado ya, estoy resfriado. Raz贸n m谩s que suficiente para preguntarnos por la utilidad de esos efluvios nasales que corren en abundancia entre toses y estornudos. La respuesta comienza con la historia de un descubrimiento que hizo Alexander Fleming cuando investigaba con sus propios mocos. Hablamos de la composici贸n de las secreciones nasales, de la utilidad de algunos de sus componentes como protectores de bacterias y virus e, incluso, de la posible ventaja inmunol贸gica que podr铆an tener los ni帽os que se hurgan en la nariz. No todo es malo en los mocos.
Disculpen ustedes la exclamaci贸n pero, como habr谩n imaginado ya, estoy resfriado. Raz贸n m谩s que suficiente para preguntarnos por la utilidad de esos efluvios nasales que corren en abundancia entre toses y estornudos. La respuesta comienza con la historia de un descubrimiento que hizo Alexander Fleming cuando investigaba con sus propios mocos. Hablamos de la composici贸n de las secreciones nasales, de la utilidad de algunos de sus componentes como protectores de bacterias y virus e, incluso, de la posible ventaja inmunol贸gica que podr铆an tener los ni帽os que se hurgan en la nariz. No todo es malo en los mocos.