History of the Christian Church   /     60-Francisco

Summary

Este episodio de CS se titula "Francisco" y contin煤a nuestra mirada a las 贸rdenes mendicantes. Aunque le llamamos Francisco de As铆s, su nombre original era Francesco Bernardone. Nacido en 1182, su nombre de nacimiento era Giovanni (lat铆n de Juan). Su padre Pietro le apod贸 Francesco, que es como le llamaba todo el mundo. Pietro era un rico comerciante de tejidos importados de Francia a su ciudad natal de As铆s, en el centro de Italia. Su infancia estuvo marcada por los privilegios de la riqueza de su familia. No era un gran estudiante, pues se divert铆a m谩s divirti茅ndose con sus amigos. Cuando estall贸 una guerra local, se alist贸 para luchar por los suyos y fue hecho prisionero. Liberado a los 22 a帽os, Francis cay贸 entonces en una grave enfermedad. Fue entonces cuando empez贸 a considerar las cosas eternas, como hacen muchos cuando se enfrentan a su mortalidad. Se levant贸 de su lecho de enfermo disgustado consigo mismo e insatisfecho con el mundo. Como la guerra segu铆a su curso, iba a reincorporarse al ej茅rcito cuando dio marcha atr谩s, sintiendo que Dios ten铆a otro camino para 茅l.聽 Se recluy贸 en una gruta cercana a As铆s, donde su camino se hizo m谩s claro. Decidi贸 hacer la t铆pica peregrinaci贸n a Roma, donde se supon铆a que los piadosos iban a buscar a Dios. Pero all铆 se qued贸 atascado por la terrible situaci贸n de los pobres que se alineaban en las calles, muchos de ellos a la puerta de lujosas iglesias. Al enfrentarse a un leproso, retrocedi贸 horrorizado. Entonces cay贸 en cuenta de que su reacci贸n no era diferente de la de una Iglesia indiferente, que toleraba una necesidad tan flagrante en su seno, pero sin hacer nada para sacar a los necesitados de su condici贸n. Se dio la vuelta, bes贸 la mano del leproso y dej贸 en ella todo el dinero que ten铆a. Al volver a As铆s, acudi贸 a las capillas de sus suburbios en lugar de la iglesia principal de la ciudad. En estas humildes capillas parec铆a haber menos pretensiones. La que m谩s frecuentaba era la de San Dami谩n, de mobiliario sencillo, atendida por un solo sacerdote en un tosco altar. Esta peque帽a capilla se convirti贸 en una especie de Betel para Francisco; su puente entre el cielo y la tierra. El cambio que se produjo en el que antes hab铆a ido de fiesta en fiesta provoc贸 el desprecio y la burla de los que le hab铆an conocido. Los hijos privilegiados como Francisco no se arrastraban en el mugriento mundo de los plebeyos; sin embargo, eso era exactamente lo que Francisco estaba haciendo ahora. Su padre lo desterr贸 de la casa familiar.聽 Renunci贸 a sus obligaciones con ellos en p煤blico diciendo: "Hasta ahora he llamado 'padre' a Pietro Bernardone, pero ahora deseo servir a Dios y no decir otra cosa que 'Padre nuestro que est谩s en el cielo'". A partir de entonces, Francisco se dedic贸 por completo a la vida religiosa. Se visti贸 con ropas de mendigo, se instal贸 en una peque帽a comunidad de leprosos, lav贸 sus llagas y restaur贸 los muros da帽ados de la capilla de San Dami谩n pidiendo materiales de construcci贸n en las plazas y calles de la ciudad. Ten铆a 26 a帽os. Francisco recibi贸 entonces del abad benedictino del monte Subasio el regalo de una peque帽a capilla llamada Santa Mar铆a de los 脕ngeles. La apodaron la Portiuncula -la Peque帽a Porci贸n-. Se convirti贸 en el santuario favorito de Francisco. All铆 tuvo la mayor铆a de sus visiones. Fue all铆 donde acab贸 muriendo. Mientras meditaba un d铆a del a帽o 1209, Francisco oy贸 las palabras de Jes煤s a sus seguidores: "Predicad, el reino de los cielos est谩 cerca. Curad a los enfermos, limpiad a los leprosos, expulsad a los demonios. No teng谩is ni plata, ni oro, ni lat贸n en vuestras carteras". Arrojando su bast贸n, su cartera y sus zapatos, hizo de esto la norma de su vida. Predic贸 el arrepentimiento y reuni贸 a su alrededor a varios compa帽eros. Su regla era nada menos que la plena obediencia al Evangelio. Su misi贸n era predicar, tanto de palabra como de obra. Su 茅nfasis constante era asegurarse de que sus vidas ejemplificaran la Palabra y la Obra

Subtitle
Este episodio de CS se titula Francisco y contin煤a nuestra mirada a las 贸rdenes mendicantes. Aunque le llamamos Francisco de As铆s, su nombre original era Francesco Bernardone. Nacido en 1182, su nombre de nacimiento era Giovanni (lat铆n de Juan).
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2022-05-24 21:39
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  Pastor Lance Ralston
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Shownotes

Este episodio de CS se titula "Francisco" y contin煤a nuestra mirada a las 贸rdenes mendicantes. Aunque le llamamos Francisco de As铆s, su nombre original era Francesco Bernardone. Nacido en 1182, su nombre de nacimiento era Giovanni (lat铆n de Juan). Su padre Pietro le apod贸 Francesco, que es como le llamaba todo el mundo. Pietro era un rico comerciante de tejidos importados de Francia a su ciudad natal de As铆s, en el centro de Italia. Su infancia estuvo marcada por los privilegios de la riqueza de su familia. No era un gran estudiante, pues se divert铆a m谩s divirti茅ndose con sus amigos. Cuando estall贸 una guerra local, se alist贸 para luchar por los suyos y fue hecho prisionero. Liberado a los 22 a帽os, Francis cay贸 entonces en una grave enfermedad. Fue entonces cuando empez贸 a considerar las cosas eternas, como hacen muchos cuando se enfrentan a su mortalidad. Se levant贸 de su lecho de enfermo disgustado consigo mismo e insatisfecho con el mundo. Como la guerra segu铆a su curso, iba a reincorporarse al ej茅rcito cuando dio marcha atr谩s, sintiendo que Dios ten铆a otro camino para 茅l.聽 Se recluy贸 en una gruta cercana a As铆s, donde su camino se hizo m谩s claro. Decidi贸 hacer la t铆pica peregrinaci贸n a Roma, donde se supon铆a que los piadosos iban a buscar a Dios. Pero all铆 se qued贸 atascado por la terrible situaci贸n de los pobres que se alineaban en las calles, muchos de ellos a la puerta de lujosas iglesias. Al enfrentarse a un leproso, retrocedi贸 horrorizado. Entonces cay贸 en cuenta de que su reacci贸n no era diferente de la de una Iglesia indiferente, que toleraba una necesidad tan flagrante en su seno, pero sin hacer nada para sacar a los necesitados de su condici贸n. Se dio la vuelta, bes贸 la mano del leproso y dej贸 en ella todo el dinero que ten铆a. Al volver a As铆s, acudi贸 a las capillas de sus suburbios en lugar de la iglesia principal de la ciudad. En estas humildes capillas parec铆a haber menos pretensiones. La que m谩s frecuentaba era la de San Dami谩n, de mobiliario sencillo, atendida por un solo sacerdote en un tosco altar. Esta peque帽a capilla se convirti贸 en una especie de Betel para Francisco; su puente entre el cielo y la tierra. El cambio que se produjo en el que antes hab铆a ido de fiesta en fiesta provoc贸 el desprecio y la burla de los que le hab铆an conocido. Los hijos privilegiados como Francisco no se arrastraban en el mugriento mundo de los plebeyos; sin embargo, eso era exactamente lo que Francisco estaba haciendo ahora. Su padre lo desterr贸 de la casa familiar.聽 Renunci贸 a sus obligaciones con ellos en p煤blico diciendo: "Hasta ahora he llamado 'padre' a Pietro Bernardone, pero ahora deseo servir a Dios y no decir otra cosa que 'Padre nuestro que est谩s en el cielo'". A partir de entonces, Francisco se dedic贸 por completo a la vida religiosa. Se visti贸 con ropas de mendigo, se instal贸 en una peque帽a comunidad de leprosos, lav贸 sus llagas y restaur贸 los muros da帽ados de la capilla de San Dami谩n pidiendo materiales de construcci贸n en las plazas y calles de la ciudad. Ten铆a 26 a帽os. Francisco recibi贸 entonces del abad benedictino del monte Subasio el regalo de una peque帽a capilla llamada Santa Mar铆a de los 脕ngeles. La apodaron la Portiuncula -la Peque帽a Porci贸n-. Se convirti贸 en el santuario favorito de Francisco. All铆 tuvo la mayor铆a de sus visiones. Fue all铆 donde acab贸 muriendo. Mientras meditaba un d铆a del a帽o 1209, Francisco oy贸 las palabras de Jes煤s a sus seguidores: "Predicad, el reino de los cielos est谩 cerca. Curad a los enfermos, limpiad a los leprosos, expulsad a los demonios. No teng谩is ni plata, ni oro, ni lat贸n en vuestras carteras". Arrojando su bast贸n, su cartera y sus zapatos, hizo de esto la norma de su vida. Predic贸 el arrepentimiento y reuni贸 a su alrededor a varios compa帽eros. Su regla era nada menos que la plena obediencia al Evangelio. Su misi贸n era predicar, tanto de palabra como de obra. Su 茅nfasis constante era asegurarse de que sus vidas ejemplificaran la Palabra y la Obra de Dios. Un dicho que se le atribuye es: "Predica siempre. Cuando sea necesario, usa las palabras". En 1210, Francisco y algunos compa帽eros fueron a Roma, donde fueron recibidos por el Papa Inocencio III. La cr贸nica del acontecimiento relata que el papa, para probar su sinceridad, dijo: "Ve, hermano, ve a los cerdos, con los que eres m谩s digno de ser comparado que con los hombres, y rueda con ellos, y predica a ellos las reglas que tan h谩bilmente has expuesto". Esto puede parecer un desplante cruel, pero en realidad puede haber sido una prueba de la sinceridad de Francisco. Propon铆a un camino muy diferente al que hab铆an elegido los sacerdotes y los monjes. Esta orden determinar铆a, sin duda, si la pretensi贸n de Francisco de ser pobre y obediente era aut茅ntica. Pues bien, Francisco S脥 obedeci贸, y volvi贸 diciendo: "Se帽or m铆o, as铆 lo he hecho". Si el Papa s贸lo se hab铆a burlado, la respuesta de Francisco lo abland贸. Dio su bendici贸n a la hermandad y sancion贸 su regla, les concedi贸 el derecho a cortarse el pelo con la tonsura distintiva que era la insignia del monje, y les dijo que fueran a predicar el arrepentimiento. La hermandad aument贸 r谩pidamente. Los miembros deb铆an trabajar. En su testamento, Francisco inst贸 a los hermanos a trabajar en alg煤n oficio, como 茅l hab铆a hecho. Compar贸 a un monje ocioso con un z谩ngano. Los hermanos visitaban a los enfermos, especialmente a los leprosos, que se encontraban en lo m谩s bajo del orden social. Predicaban en c铆rculos cada vez m谩s amplios y sal铆an al extranjero en viajes misioneros. Francisco estaba dispuesto a vender los propios ornamentos del altar antes que rechazar una petici贸n de ayuda. Se avergonzaba cuando encontraba a alguien m谩s pobre que 茅l. Uno de los episodios m谩s notables de la carrera de Francisco ocurri贸 en esta 茅poca. Hizo un pacto, como un matrimonio, con la Pobreza. La llam贸 su novia, madre y hermana, y permaneci贸 dedicado a la hermana Pobreza con la devoci贸n de un caballero. En 1217, Francisco fue presentado al nuevo Papa Honorio III. Por consejo de un poderoso cardenal que m谩s tarde se convertir铆a en el Papa Gregorio IX, memoriz贸 su serm贸n. Pero cuando se present贸 ante el pont铆fice, lo olvid贸 todo y en su lugar pronunci贸 un mensaje improvisado, que conquist贸 a la corte papal. En 1219, Francisco realiz贸 giras evangelizadoras por Italia y luego por Egipto y Siria. Al regresar del Oriente con el t铆tulo de "il poverello", el peque帽o pobre, descubri贸 que se hab铆a introducido un nuevo elemento en la hermandad por influencia de un severo disciplinador llamado Cardenal Ugolino, el mismo cardenal que le hab铆a ense帽ado a memorizar su serm贸n ante el papa. Francisco ten铆a el coraz贸n destrozado por los cambios introducidos en su orden. De paso por Bolonia en el a帽o 1220, se sinti贸 profundamente apenado al ver que se constru铆a una nueva casa para los hermanos. El cardenal Ugolino estaba decidido a manipular a los Franciscanos en inter茅s del Vaticano. Al principio le ofreci贸 a Francisco ayuda para negociar los laberintos de la vida y la pol铆tica del Vaticano, y Francisco acept贸. No se dio cuenta de que estaba invitando a una fuerza que alterar铆a fundamentalmente todo lo que representaba. Bajo la influencia del cardenal, se adopt贸 un nuevo c贸digo en 1221, y un tercero s贸lo dos a帽os despu茅s, en el que se dej贸 de lado la perspectiva distintiva de Francisco para los Franciscanos. Se modific贸 la Regla de pobreza original, se reintrodujeron las antiguas ideas de disciplina mon谩stica y se a帽adi贸 un nuevo elemento de sumisi贸n absoluta al Papa. La mente de Francisco era demasiado sencilla para los astutos gobernantes de la Iglesia. Su falta de astucia no pod铆a competir con hombres que llevaban toda la vida manejando enormes palancas de poder pol铆tico. Se le apart贸 y se puso a un miembro de la nobleza a la cabeza de la Orden. La subordinaci贸n forzada de Francisco ofrece uno de los espect谩culos m谩s conmovedores de la biograf铆a medieval. Francisco se hab铆a privado de los privilegios papales. Hab铆a favorecido la libertad de movimientos. Pero la h谩bil mano del cardenal Ugolino instalo una estricta obediencia mon谩stica. La organizaci贸n sustituy贸 a la devoci贸n. Probablemente Ugolino intent贸 ser un verdadero amigo de Francisco, pero su lealtad fue siempre y 煤nicamente hacia el Papa, que el cardenal consideraba que deb铆a ser el gobernante indiscutible de todas y cada una de las facetas de la vida de la Iglesia. No le parec铆a bien que ninguna orden mon谩stica no respondiera directamente ante el Papa y fuera controlada por 茅l. Ugolino puso los cimientos de la catedral de As铆s en honor de Francisco, y lo canoniz贸 s贸lo dos a帽os despu茅s de su muerte. Pero el cardenal no apreciaba el esp铆ritu humilde de Francisco. Francisco no pudo llevar a cabo sus ideas originales y, sin embargo, sin hacer ning煤n signo externo de rebeld铆a, las mantuvo firmemente hasta el final. Estas ideas se afirmaron en el famoso testamento de Francisco. Este documento es una de las piezas m谩s conmovedoras de la literatura cristiana. Francisco se llamaba a s铆 mismo "hermano peque帽o". Lo 煤nico que dej贸 a los hermanos fue su bendici贸n, el recuerdo de los primeros tiempos de la hermandad y el consejo de cumplir su primera Regla. Esta Regla, dijo, no la hab铆a recibido de ning煤n autor humano. Dios mismo se la hab铆a revelado, que deb铆a vivir seg煤n el Evangelio. Les record贸 c贸mo a los primeros miembros les gustaba vivir en iglesias pobres y abandonadas. Les pidi贸 que no aceptaran iglesias adornadas ni casas lujosas, de acuerdo con la regla de la santa pobreza que hab铆an profesado. Les prohibi贸 recibir privilegios especiales del Papa o de sus agentes, incluso 贸rdenes que les dieran protecci贸n personal. A lo largo de todo el documento corre una nota de angustia por la simplicidad perdida que hab铆a sido el poder de sus primeros a帽os; a帽os en los que la presencia de Dios hab铆a sido tan evidente y ten铆an poder para vivir las vidas santas que anhelaban. El coraz贸n de Francisco estaba roto. Nunca fue fuerte, sus 煤ltimos a帽os estuvieron llenos de enfermedades. El cambio de lugar s贸lo trajo un alivio temporal. Se recurri贸 a los trabajos de los m茅dicos que la 茅poca conoc铆a. Pero no es de extra帽ar que no sirvieran de nada cuando se sabe lo que eran: se le aplic贸 un hierro, calentado al rojo vivo, en la frente. Como su cuerpo fallaba, se refer铆a en broma a 茅l como el Hermano Asno. La fama de santo de Francisco precedi贸 a su muerte. Ya hemos hablado de las reliquias en episodios anteriores. Pero las reliquias siempre se atribu铆an a personas muertas desde hac铆a d茅cadas, normalmente cientos de a帽os. Francisco era un santo vivo del que la gente ansiaba cosas como fragmentos de su ropa, cabellos de su cabeza, incluso los recortes de sus u帽as. Dos a帽os antes de su muerte, Francisco compuso el himno C谩ntico al Sol, llamado por algunos la expresi贸n m谩s perfecta del sentimiento religioso. Fue escrito en un momento en el que estaba acosado por tentaciones y en el que la ceguera se hac铆a presente. El himno es un piadoso grito de apasionada alabanza a la naturaleza, especialmente al hermano Sol y a la hermana Luna. La 煤ltima semana de su vida, Francisco pidi贸 que le leyeran el Salmo 142, ya que le fallaban los ojos. Dos hermanos le cantaron. Fue entonces cuando un sacerdote llamado El铆as, leal al cardenal Ugolino y que hab铆a abogado por dejar de lado la Regla original de Francisco en favor de la regla m谩s estricta del cardenal, reprendi贸 a Francisco por tomar a la ligera la muerte y actuar como si quisiera morir. "驴Por qu茅, qu茅 clase de fe revela eso?", pregunt贸 el sacerdote indignado. Lo consideraba impropio de un santo. Francisco respondi贸 que llevaba pensando en la muerte al menos un par de a帽os, y que ahora que estaba tan unido al Se帽or, deb铆a alegrarse en 脡l. Un testigo junto a su lecho dijo que, cuando lleg贸 el momento, "se encontr贸 con la muerte cantando". Antes de que se cerrara el f茅retro de Francisco, se empezaron a acumular grandes honores sobre 茅l. Fue canonizado s贸lo dos a帽os despu茅s. La carrera de Francisco de As铆s, tal como la cuentan sus contempor谩neos, y tal como su esp铆ritu se revela en su propio 煤ltimo testamento, deja la impresi贸n de pureza, prop贸sito y humildad de esp铆ritu; de aut茅ntica santidad. No busc贸 posiciones de honor ni un lugar con los grandes. Con una mente sencilla, trat贸 de servir a sus semejantes anunciando el Evangelio y viviendo su comprensi贸n del mismo con su propio ejemplo. Trat贸 de dar el Evangelio a la gente com煤n. Le escuchaban con gusto. No pose铆a un gran intelecto, pero ten铆a una gran alma. No era un diplom谩tico, pero era un hombre cuyo amor por Dios y por la gente era evidente para todos los que le conoc铆an. Francisco no era un te贸logo en el sentido cl谩sico; alguien que ten铆a pensamientos elevados. Era un te贸logo pr谩ctico, en el sentido de que viv铆a las verdades que encierra la mejor teolog铆a.聽 Habl贸 y actu贸 como alguien que siente plena confianza en su misi贸n. Habl贸 a la Iglesia como nadie lo hizo despu茅s de 茅l hasta que lleg贸 Mart铆n Lutero. Aunque la historia se refiere a los seguidores de Francisco como los Franciscanos, su nombre oficial era el de fratres minores, los Hermanos Menores, o simplemente los Minoritas. Cuando la orden fue sancionada por primera vez por el Papa, Francisco insisti贸 en este t铆tulo como advertencia a los miembros para que no aspiraran a puestos de distinci贸n. Se extendieron r谩pidamente en Italia y m谩s all谩; pero antes de que pasara la generaci贸n de Francisco, la orden se vio desgarrada por las luchas que introdujo el Cardenal Ugolino. Ninguna otra orden mon谩stica puede mostrar un conflicto tan largo dentro de sus propios miembros por una cuesti贸n de principios. La disputa ocup贸 un lugar 煤nico en los debates teol贸gicos de la Edad Media. Seg煤n la Regla fundacional del a帽o 1210 y la 煤ltima voluntad de Francisco, deb铆an ser una hermandad libre, dedicada a la pobreza y a la pr谩ctica del Evangelio, y no una organizaci贸n cerrada y sujeta a reglas precisas. El Papa Inocencio III, que las hab铆a sancionado originalmente, inst贸 a Francisco a tomar como modelo la regla de las 贸rdenes m谩s antiguas, pero Francisco declin贸 y sigui贸 su propio camino. Se bas贸 en algunos textos de la Escritura. Y como hemos dicho, a los seis a帽os de vida de la orden, el cardenal Ugolino instalo una r铆gida disciplina en la orden, dejando de lado la visi贸n de Francisco de una hermandad libre gobernada por la gracia en lugar de por las reglas. En 1217, la orden comenz贸 a enviar misioneros m谩s all谩 de Italia. El铆as, un antiguo colchonero de As铆s y uno de los lacayos de Ugolino, dirigi贸 una banda de misioneros a Siria. Otros fueron a Alemania, Hungr铆a, Francia, Espa帽a e Inglaterra. Los Franciscanos demostraron ser agentes valientes y emprendedores del Evangelio.聽 Fueron al sur, a Marruecos, y al este, hasta China. Acompa帽aron a Col贸n en su segundo viaje al Nuevo Mundo y participaron activamente en las primeras misiones americanas desde Florida hasta California, desde Canad谩 hasta el Golfo de M茅xico. La Regla de 1221, segunda en la historia de la orden, muestra dos influencias en acci贸n; una de Ugolino, la otra, por supuesto, de Francisco. Hay signos de la lucha que ya hab铆a comenzado varios a帽os antes. La Regla puso a un general a la cabeza de la orden y se instal贸 un 贸rgano de gobierno o junta, formado por los jefes de las casas de la orden. Se mantuvo la pobreza como principio primordial y la exigencia de trabajo. Se prohibi贸 la venta de sus productos, salvo cuando beneficiara a los pobres y necesitados. La Regla de 1223, la tercera, era m谩s breve, pero a帽ad铆a a煤n m谩s organizaci贸n a la orden. Fue m谩s all谩 al borrar de la orden la voluntad de Francisco. Se acentu贸 el car谩cter mendicante o mendicante de la orden. Pero se introdujo la obediencia al Papa y se nombr贸 a un cardenal como protector y guardi谩n de la orden. En contra de la voluntad de Francisco, se orden贸 el uso de un libro devocional de oraciones e himnos llamado Breviario Romano como libro de culto diario. La disciplina mon谩stica sustituy贸 a la libertad b铆blica. La Regla de 1223 dej贸 clara la mano dura de la jerarqu铆a papal. La libertad de la Regla de 1210 desapareci贸. Los agentes del Papa hicieron todo lo posible para suprimir el 煤ltimo testamento de Francisco, ya que era un apasionado llamamiento a la libertad original de su hermandad contra el nuevo orden. A la luz de la forma en que la orden fue robada bajo el liderazgo de Francisco durante su propia vida, es una maravilla que siguieran siendo conocidos como los Franciscanos; deber铆an haberse llamado los Ugolinos. Junto a los Franciscanos varones estaban las Clarisas, monjas que tomaron su nombre de Clara de Sciffi, canonizada en el a帽o 1255.聽 Clara se sinti贸 tan conmovida por el ejemplo de Francisco que inici贸 una orden paralela para mujeres. Francisco escribi贸 una Regla para ellas que impon铆a la pobreza e hizo un testamento para Clara. Las monjas se manten铆an con el trabajo de sus manos, pero por consejo y ejemplo de Francisco se convirtieron tambi茅n en mendicantes que depend铆an de las limosnas. Su regla tambi茅n fue modificada en 1219 y la orden se vio obligada a adoptar la regla benedictina, mucho m谩s antigua. Los Terciarios, o Hermanos y Hermanas de la Penitencia, eran la tercera orden de los Franciscanos. Los Terciarios eran hermanos y hermanas laicos que ten铆an otro empleo, pero quer铆an mostrar un nivel de devoci贸n a Dios mayor que el del com煤n de las personas. Francisco nunca cre贸 una orden para los Terciarios. Simplemente les llam贸 a dedicarse por completo a Dios mientras llevaban su vida habitual como comerciantes, trabajadores y hombres y mujeres de familia. Francisco quer铆a incluir a todas las clases de personas, hombres y mujeres, casados y solteros. Su objetivo era poner al alcance de los laicos la pr谩ctica superior de la virtud y la piedad que se cre铆a que s贸lo pod铆an alcanzar los monjes o las monjas aislados. Los historiadores se preguntan de d贸nde sac贸 Francisco la idea de su intento de devolver el r铆gido formalismo de la Iglesia de la Edad Media a una pr谩ctica m谩s propia del Nuevo Testamento. Lo m谩s probable es que tomara su ejemplo de los Valdenses, tambi茅n llamados los Pobres de Lyon, un grupo muy conocido en el norte de Italia en la 茅poca de Francisco. Lo m谩s probable es que la intenci贸n original de Francisco fuera iniciar un movimiento org谩nico de laicos, y que la idea de una orden mon谩stica s贸lo se desarrollara m谩s tarde. Tras la muerte de Francisco, durante el resto del siglo XIII, los Franciscanos se dividieron en dos grupos: los que se aferraban a su visi贸n y Regla originales y la secta m谩s estricta, leal al Cardenal Ugolino. La contienda lleg贸 a ser tan fuerte que a veces se lleg贸 al derramamiento de sangre. Finalmente, el partido pro-papal se impuso. En el episodio anterior, mencion茅 que Francisco era un poco anti intelectual. Es decir, hab铆a visto demasiados sacerdotes que pod铆an analizar los puntos m谩s delicados de la doctrina, pero que, como los l铆deres religiosos de la par谩bola del Buen Samaritano, parec铆an no entender la compasi贸n pr谩ctica, la misericordia y la gracia que su teolog铆a deber铆a haber despertado en ellos. Francisco no estaba en contra del aprendizaje en s铆; s贸lo cuando dicho estudio se antepon铆a a vivir lo que la Verdad recomienda. A un l铆der mon谩stico llamado Antonio de Padua, Francisco le escribi贸: "Estoy de acuerdo en que sigas leyendo conferencias sobre teolog铆a a los hermanos, siempre que ese tipo de estudio no extinga en ellos el esp铆ritu de humildad y de oraci贸n." Los seguidores de Francisco se apartaron de su inclinaci贸n anti intelectual y adoptaron la tendencia del siglo XIII de deshacerse de la oscuridad de la Edad Media estableciendo escuelas y universidades. Construyeron escuelas en sus conventos y se instalaron bien en los principales centros de cultura universitaria. En 1255, una orden llam贸 a los Franciscanos que sal铆an como misioneros a estudiar griego, 谩rabe y hebreo. La orden se extendi贸 r谩pidamente hasta Israel y Siria en Oriente e Irlanda en Occidente. Fue introducida en Francia por Pac铆fico y Guichard, cu帽ado del rey franc茅s. El primer intento exitoso de establecer la orden en Alemania se realiz贸 en 1221. En Inglaterra echaron ra铆ces en Canterbury y Londres en 1224. Fueron los primeros predicadores populares que vio Inglaterra y los primeros en encarnar la filantrop铆a pr谩ctica. La condici贸n de las aldeas y ciudades inglesas en aquella 茅poca era miserable. Las enfermedades de la piel eran comunes, incluida la lepra. Las epidemias destructivas se propagaban con rapidez debido a las malas condiciones sanitarias. Los Franciscanos eligieron alojamientos en las partes m谩s pobres y descuidadas de las ciudades. En Norwich, se instalaron en un pantano por el que pasaba el alcantarillado de la ciudad. En Newgate, ahora parte de Londres, se instalaron en lo que se llamaba Stinking Lane. En Cambridge, ocuparon una prisi贸n en decadencia. Por este celo por llegar a los pobres y necesitados recibieron reconocimiento. La gente pronto aprendi贸 a respetar a los hermanos. En 1256, el n煤mero de Franciscanos ingleses hab铆a aumentado a m谩s de 1.200, asentados en algo menos de cincuenta localidades de Inglaterra. M谩s adelante veremos qu茅 fue de los Franciscanos. Basta con decir que Francisco no aprobar铆a lo que ocurri贸 con su hermandad.聽 No, no lo har铆a. Las 贸rdenes mendicantes de los Franciscanos y los Dominicos, de las que nos ocuparemos la pr贸xima vez, constituyeron un movimiento de pobreza medieval que fue, en gran parte, una reacci贸n a la politizaci贸n de la Fe. Se trataba de un movimiento de sacerdotes, monjes y, finalmente, plebeyos, que hab铆an llegado a creer que las pol铆ticas de la Iglesia buscaban la influencia pol铆tica para tener cada vez m谩s poder en los asuntos mundiales. Estos aspirantes a reformistas se preguntaban: "驴Es esto lo que pretend铆an Jes煤s y el Ap贸stol? 驴No dijo Jes煤s que su Reino NO era de este mundo? 驴Por qu茅 entonces los obispos, cardenales y papas se esfuerzan tanto por controlar el 谩mbito pol铆tico?" El llamamiento a la pobreza voluntaria cobr贸 fuerza por el resentimiento generalizado hacia el clero corrupto; no es que todos o incluso la mayor铆a de los sacerdotes lo fueran. Pero parec铆a que los 煤nicos sacerdotes seleccionados para ascender eran los que segu铆an el juego pol铆tico de la Iglesia. El movimiento de vuelta a la pobreza del Nuevo Testamento de los mendicantes se convirti贸 en un movimiento pol铆tico en s铆 mismo: un movimiento de reforma alimentado por el hambre espiritual del pueblo com煤n. Ya en el siglo X, los Reformistas hab铆an pedido que se volviera a la pobreza y la sencillez de la Iglesia primitiva. La vida y el ejemplo de los Ap贸stoles se consideraban la norma, y cuando los obispos modernos se pusieron a la altura de ese ejemplo, qued贸 claro que hab铆a ocurrido algo inusual: los obispos, con sus galas religiosas, estaban notablemente por encima de los Ap贸stoles en t茅rminos de poder y riqueza mundanos. Para ilustrar esto, visita la catedral de Colonia (Alemania). All铆 hay un peque帽o museo llamado el Tesoro. Contiene varias vitrinas con las distintas vestimentas y utensilios que han llevado los cardenales de Colonia. Compuestas de hilos de oro y plata, con incrustaciones de gemas, estas vestimentas no tienen precio; literalmente. Pero un conjunto de estuches resume para m铆 la total contradicci贸n de un clero exaltado; los b谩culos. Un b谩culo es un bast贸n de pastor estilizado que lleva un obispo o un cardenal. Es un s铆mbolo de su papel como un pastor. Como bast贸n de pastor debe ser una herramienta funcional y 煤til. Un humilde trozo de madera utilizado para guiar y proteger a las ovejas. Pero los b谩culos del Tesoro de la catedral de Colonia son de oro macizo, con las cabezas atestadas de rub铆es, esmeraldas, diamantes y perlas. No usar铆as eso para cuidar a las ovejas m谩s que un cuadro de Rembrandt. Cada vez que un cardenal lo envolv铆a con sus dedos, deb铆a convencerse profundamente de lo lejos que estaba de su vocaci贸n de humilde servidor del reba帽o. Ahora, imagina que eres un plebeyo en la iglesia un domingo. Un sacerdote te acaba de decir que Dios quiere todo el dinero que puedas dar. 隆C贸mo necesita Dios tu dinero! Entonces entra el cardenal con su capa incrustada de joyas, su mitra y ese b谩culo de valor incalculable en la mano. 驴Cu谩nto tiempo pasar谩 antes de que empieces a decirte a ti mismo: "驴Qu茅 est谩 pasando aqu铆? 驴Llevaba Jes煤s un atuendo as铆? 驴Lo hicieron Pedro o Juan o alguno de los Ap贸stoles? No lo creo. De hecho, Jes煤s dijo algo sobre no tener ni siquiera un lugar donde apoyar la cabeza. Apuesto a que el Cardenal tiene una bonita almohada de plumas cubierta de sat茅n". En los primeros siglos de la Iglesia, las llamadas a la reforma se trataban canaliz谩ndolas en movimientos de reforma interna que desviaban la atenci贸n de la alta jerarqu铆a hacia un deseo m谩s personal de reforma que acababa en una mayor devoci贸n. As铆 eran muchas de las 贸rdenes mon谩sticas. Pero en los siglos XII y XIII las cosas empezaron a cambiar. Muchos de los cl茅rigos menores empezaron a denunciar los abusos de la Iglesia. Cuando lo hac铆an, a menudo entraban en las filas de los llamados "herejes". Francisco adopt贸 una devoci贸n radical a la pobreza como forma de enfrentarse a la flagrante codicia de la Iglesia. Su ejemplo se extendi贸 como un fuego salvaje precisamente porque era muy evidente para todos lo lejos que hab铆a llegado la Iglesia. Y eso explica por qu茅 Ugolino se sinti贸 obligado a volver a poner a la orden en su sitio, poni茅ndola bajo el control del Papa. Aunque elogiaba externamente la devoci贸n de su orden a la pobreza, instaur贸 pol铆ticas que hac铆an que la orden dependiera de sus posesiones de tierras y propiedades. Es dif铆cil criticar la riqueza de "La Iglesia" cuando se forma parte de ella y se posee una buena parte de esa riqueza. Algunos fueron sabios en las formas de Ugolino y fueron m谩s all谩 al mantenerse fieles a la visi贸n original de Francisco y a su compromiso con la pobreza. Como se negaron a someterse a su dominio, fueron declarados her茅ticos. Y como herejes, fueron tratados con una brutalidad que nadie puede reconciliar con el Evangelio de la Gracia. 脿 Pero eso, es para un episodio posterior.